lunes, 16 de marzo de 2009

HABÍA UNA VEZ…UNA ANCIANA...

Un micro cuento de mi autoría que refleja las veces que el hombre no puede vivir la vida que quiere y que cuando realmente se atreve a disfrutarla como sólo él lo sabe hacer, pues muchas cosas cambian...


Había una vez una vieja que paseaba alegre por un campo de dos colores: sólo existía en ese lugar el rojo y el verde. Era una combinación magistral, que ni siquiera la experiencia ni el escepticismo de la mujer, pudieron derrotar.
Ella volaba…volaba con alas rotas de mariquitas que venían de un viaje tremendo: se fueron a conocer el mundo. La anciana no caía en cuenta de ello, sólo sentía el escalofrío del viento en las arrugas más prominentes de su cara…esas que le habían hecho llorar con ganas en tiempos de antaño.
Se detuvo en su vuelo. Las alas ya no resistieron más y cayó lentamente al suelo. En el rojo pasto y con millares de lágrimas que la dejaban cuasi ciega, observó con cuidado el sol. Era tan lejano y pasajero, tan astuto y frío espía, pues cuando más ella lo quería, se escondía entre alguna nube. Ella lo entendía, pero seguía mirando sus rayos con el iceberg de su pena…
Tardó un momento en levantarse. La artrosis la tenía mal y ahora sin sus alitas le iba peor. Caminó un tanto distraído y encontró a un pequeño venado, muy parecido a una caricatura de Disney. Es más, pensó que era la reencarnación de lo que sus ojos habían visto hace ciertos abriles. “Pero ya debería estar muerto”, pensó ella. De todas formas se acercó, y el animalito no corrió. Se dejó acariciar la piel moteada de las manos ásperas de la viejecilla que contenta y espantada ante el milagro, veía crecer de nuevo sus alas. Sus propias alas…El venado corrió…
Allí, en ese preciso instante, la bruja le rompió el hechizo a su desdichada hermana. ¿Quién como el mismo ser humano entiende cuando debe hacer su camino a cada paso que da entre la luz de la luna y de las tinieblas?
La anciana lo supo, mas prefirió seguir encantada. Renunció a sus recuerdos fatuos, a su misma esperanza, al aroma tibio de su juventud, y fue en busca de altos horizontes con las alas que se había fabricado ella misma. No importaban los años, ni el aspecto, ni el mínimo recoveco escondido por siempre antes los ojos de la gente, sólo importaban esas gotitas de lluvia púrpura que se confundían con las cataratas de sus ojos…en pleno vuelo…
Llegó hasta el cielo, me dijo un ángel, llegó hasta lo más alto de la cumbre, donde se encuentran las almas privilegiadas. “¿Cómo puedo llegar yo también?, le pregunté con un dejo de inquietud, y duda”…”De nada te sirve saber, si no lo sabes desde adentro. Es en ese espacio tibio del espíritu donde las respuestas se estremecen entre los ínfimos surcos de un abrigo de lana... Sumérgete en él, pues de ese charquito nació la anciana”…

Imagen:http://www.lacoctelera.com/myfiles/tanathos-/hada_anciana.jpg