lunes, 19 de enero de 2009


Una breve historia de microficción que hice para un deber de la universidad.

Dolores M. Koch describe a la microficción casi perfectamente, al decir que: “ofrece una prosa sencilla, pero ingeniosa, poética y a la vez concisa. Su poder de sugerencia permite más de una interpretación. Pocas veces supera la carilla de una hoja”.


"El pájaro azul"


La puerta de madera se abre.


ADÁN: Mamá, otra vez la puerta se cierra. Y no hay nadie
MAMÁ: Tranquilo, hijo. Es sólo el viento.


La puerta de madera ahora se cierra.


ADÁN: Mamá, ¡me voy de aquí!

La vida en casa de Adán y de su madre Isabel era demasiado extraña. Madre e hijo casi no hablaban, y las pocas veces que los hacían, era cuando los extraños sonidos aparecían.


MAMÁ: Vayamos a dormir ya, hijo. El ambiente resulta demasiado calmo cuando no hay nada que escuchar.
ADÁN: ¿Puedo dormir contigo?
MAMÁ: ¡Claro que sí! Nunca se es lo suficientemente grande como para no dormir con mamá.

Algo parecía que se posaba sobre la cama, pues los resortes de la cama no mentían, al sonar frágilmente.


MAMÁ: (SUSPIRANDO) Es nuestro ángel guardián, hijo. Él trata de decirnos algo, pero no sé qué es.
HIJO: Pero igual me da miedo.
MAMÁ: A mí también, pero…Mejor durmamos. Mañana tenemos que huir otra vez. En la tarde, es lo más seguro que venga el contratista a cobrarnos lo que yo le debo.
HIJO: Mami, ¿está bien lo que hacemos?
MAMÁ: No lo sé, pero es lo necesario.

La noche transcurrió sin novedades. Al siguiente día el sol alumbraba en una fría mañana, la misma que sería la testigo del camino que madre e hijo emprenderían.

Los pájaros cantaban y volaban...volaban y cantaban.

HIJO: ¡Mami, despierta! Es el nuevo día!
MAMÁ: ¡Qué raro! ¿Sí ves el cielo? Nos alumbra tanto, pero: ¡qué frío que hace en la Tierra!
HIJO: Ya es hora de irnos, mamá…nuevamente.
MAMÁ: ¡No sé adónde ir! Pero tenemos que ir lejos. Dios, ¡dame una señal!

La madre comenzó a empacar rápidamente las últimas cosas para emprender un nuevo viaje. Adán sólo la miraba aburridamente…Pero al fin la madre captaría una señal: se quebró un vaso de vidrio barato.

La mujer al escuchar esto, miró hacia la ventana y vio cómo un pájaro azul se quedaba por un momento en el alféizar de la ventana y que luego volaba hacia el norte...Escuchó claramente el sonido de las alas al despegar nuevamente hacia el sol...

MAMÁ: Hijo, Dios nos ha dado una señal. Nos vamos, recoge tus cosas.

Madre e hijo se dirigieron entonces hacia el norte. Mas, a un par de kilómetros de haberse alejado de la casa, vieron que a lo lejos se acercaba el contratista a reclamar cuentas. Ya los había visto. Era imposible evadirlo. La deudora y su vástago pararon inmediatamente su andar, sin nada por hacer, sin esperanzas…


HIJO: Madre, ¿Dios no te había dado la señal?
MAMÁ: La puerta fue la que siempre nos dio la señal, hijo. Esa puerta daba hacia el sur. El bello pájaro, en cambio, confundió mi pensamiento. Nunca fue un enviado de Dios.

El contratista ya estaba a pocos pasos.


CONTRATISTA: (SARCÁSTICAMENTE) ¡Qué casualidad encontrarlos!
MAMÁ: (ABATIDA) ¿Cómo lo supo?
CONTRATISTA: Por ahí me lo dijo…un pajarito…
Fuente: Mi imaginación
Imagen: Leonid Afremov (artista en toda su expresión)