domingo, 22 de marzo de 2009

Inspirada en Khalil Gibrán...

No fue mi intención imitarlo, ni quisiera hacerlo; porque este libanés cuya alma sigue viva entre los "locos" del mundo es un iluminado, que también me iluminó a mí al hacerme comprender tantas cosas que muchas veces quise explicar en palabras y no pude.

A él le debo la liberación y la claridad del espíritu en estos momentos de mi vida...

A veces uno tiene las cosas más claras cuando ha sufrido o cuando sufre. Es como si una lluvia cayera en el parabrisas del alma y al limpiarla con las plumas, se pueda ya ver mejor el camino.
Por un momento la desgracia es sutil; el desgarre de las fuerzas es lento y no duele tanto. Cuando ya llega el momento de enfrentarse a la gran prueba, a los orígenes de la transformación, es cuando todo lo aprendido podría esfumarse sin ninguna razón aparente.
Pero se ve la vida más transparente que nunca, como si ese sufrimiento hubiese sido la dulce madre que despierta al niño para que vaya a la escuela cada día. ¿Quién me despertó? Supongo que alguna de las mariquitas del mundo…