domingo, 12 de diciembre de 2010

Operada por primera vez...


Reconozco que la clìnica no es del todo un mal lugar. Bueno, cuando no se trata de una estatal y tienes ciertos lujos o buenos tratos que te hacen sentir bien. En mi caso, mi seguro privado fue lo que me introdujo a esa segunda opciòn. Y por suerte. No hubiera imaginado que una operaciòn de ese tipo (relacionada con el colon, no dirè màs, porque cualquiera con dos dedos de imaginaciòn lo supondrà) hubiese sido lo suficientemente buena o satisfactoria en un hospital.

Antes me puse a ver Poseidòn (con Kurt Russel) y bueno, a lo mejor no fue la màs indicada, porque lo que màs habìan eran muertes, pero simplemente la quise ver. No me sentìa nerviosa. Luego me trasladaron en silla de ruedas a la sala donde me iban a operar. Me acordè de las otras vidas y hasta de los abducidos, al ver mi rostro reflejado en el sostèn plateado de las grandes luces que me iluminaban. Me acordè de mi guìa espiritual (o mis guìas) y me acordè de Dios. Creo saber o al menos comprender por què todo el mundo termina encontrando su sentido cuando siente los pasos o el acompañamiento final de la vida (eso que algunos llaman muerte).

Me llevaron finalmente. Cubrieron mi cabeza para que no se me salgan los cabellos y apareciò el anestesiòlogo para dormirme de la espalda para abajo. Primera vez que me ven desnuda, tantas personas al mismo tiempo. En fin, fin mèdico. Despuès llegò el doctor. En realidad, casi ni me di cuenta cuando llegò. Ya estaba màs de un lado que del otro, porque me pusieron oxìgeno. Y ese oxìgeno al principio me supo a aire, pero paulatinamente, a una extraña esencia que me puso "loca con mi tigre" (me acordè en este momento de Shakira, es inevitable) o a lo mejor -ponièndome màs electrònica-: "my dream is to fly, in a rainbow, so high". Para que me entiendan. En los últimos minutos me morìa de frío a pesar de que me cubrieron con un cerro de colchas y ya me dolìa el cuello de estar en la misma posición. Solo comencé a mover un poco la cabeza, alternando el lado derecho con el izquierdo. Y de repente escuchè las mejore palabras del día: "Ya està, eso es todo". Me sentí como en esas películas de suspenso (en que el malo inmoviliza a su víctima con un pañuelo) cuando me trasladaron a otra camilla para pasarme al pos operatorio. Al principio no podìa moverme. Luego, poco a poco, comenzaba a sentir un leve cosquilleo en mis piernas, a sentir los dedos de mis pies y finalmente mi cadera.

Pasaron casi tres horas antes de que saliera de esa sala, donde tambièn tuve la oportunidad de cnversar con una señora simpàtica a quien le habìan operado de cálculos en los riñones.

Me dio una especie de desesperación cuando ya sentí todo mi cuerpo liberado de la droga inmovilizadora. Querìa pararme, ir a mi habitación privada y acostarme tranquila nuevamente. Como no podía hacer gran cosa, por el suero que tenía puesto, solo atiné a medio inclinarme sobre la cama y asomarme en la baranda que me protegía. Las enfermeras se morían de risa al verme. ¿Se quiere tirar de la cama? Me decìan. Yo respondìa que SÌIIII!. En otras ocasiones me sentè y luiego volvìa a asomarme como gato en las barandas. Algunas de las chicas me preguntaban por mis tatuajes. El que màs vieron fue el de Pandora. Les llamó la atención. A la gente le parece raro, bueno, a la mayoría, cuando alguien establece una relación demasiado cercana e infinita con un animal. Así fue con mi gorda, con mi Pandora,que ya no está aquí físicamente.

Volví a mi cuarto, escuchè unas cuantas malas noticias, vi otros encuentros amorosos y mi mami me dijo que todo habìa salido bien.

Dormì hasta que se me acabò el suero a las 03:30 am y tuvieron que cambiarlo. Al siguiente dìa el doctor me fue a hacer las curaciones (un trauma màs superable) y me dijo que podìa irme a casa. Ese dìa (ayer) comì el desayuno màs rico de mi vida. Cabe recalcar que el dìa de la operaciòn no comì alimento alguno. Ahora vienen dos semanas de medicamentos, de dieta de "música ligera" y de cuidados. No podrè hacer capoeira por un buen tiempo, pero aprovecharè esas horas en hacer yoga. Es algo que me llama mucho la atenciòn.

Ahora estoy en casa y pensando en tantas cosas, como que el Barce no clasificò por un gol y que esperarè estoicamente un año màs para verlo campeòn. Debe serlo. Ah. Tambièn quiero ver una película.

La operaciòn? Una extraña, poco dolorosa y rica experiencia. De ella, unos chocolates deliciosos me aguardan, regalados por mi querido Demian, quien tuvo ademàs el hermoso detalle de regalarme algo que jamàs olvidarè. Èl logra que lo quiera irremediablemente.

Hoy es hoy. Un poco de amor para vivir el día, para aligerar las alas de la vida...