lunes, 9 de enero de 2012

Todos tenemos un poco de Dorian...

Cuando vi la película de El retrato de Dorian Gray, volvieron a mi mente muchos recuerdos, muchas fantasías; me recordé a mí misma como una chica adolescente que poco o nada sabía de la vida y que de repente veía ante ella una extraña luz: era un poco fantasmal, pero también divina, reveladora. Me hizo sentir la sed de la existencia... Volviendo a a la sala de cine donde estaba sentada, analizando los diálogos, los personajes, es inevitable no pensar en nuestra vida, en algunos casos, "dorianas": vivimos dentro de una burbuja hasta que las cosas más carnales y mundanas, hasta que los monstruos intelectuales de un solo bofetón nos despiertan y nos hacen enfrentar a quien realmente somos... Quién puede decir que es bueno hasta que no se ha sentido casi arrastrado por la belleza trastocada de la maldad y ha salido librada de ella? Quién se puede creer el más hostil villano si no ha caído en las garras de su propia inconsciencia buena? Es algo complicado esto de definirnos. Oscar Wilde, el Asombroso, nos abre la puerta a través de Dorian y, al menos yo, desde el instante mismo de su conocimiento, me he extraviado y hallado en un azul laberinto. Y por supuesto, he escondido el cuadro que la vida ha hecho de mí en la almohada, a donde todos, en algún momento vamos a parar. Nadie queda excento de ser o de sentirse una vez al menos una "desagraciada" criatura, nadie. Tal vez he de probar en sueños arrancarle un poco de confidencias a mi inconsciente y con un poco de licor de palabra pedirle que me enseñe mi retrato. A estas alturas espero admirar una obra cuarteada, no deshecha. Roguemos que los ojos, al menos, sigan iguales. Si ellos están perdidos, entonces la vida ya no tiene sentido...ya la puerta del laberinto se habría cerrado y estuviéramos pagando la cadena perpetua de la ceguera humana... Leer me hizo ser quien soy ahora y aquello no lo cambio por nada, porque de entre todas las cosas que he probado y de entre todas las cosas que he sentido, solo en los libros voy encontrando pedazos de vidas pasadas y de vidas futuras que llenan de extasís el misterio de mi presente. Oh, Dorian! Oh, Dorian! Yo también me rendí a ti, yo también sé tu secreto... Medio mundo lo sabe, así que como sé que al final te encontraste y nos dejaste la belleza, puedes matarnos con nuestros mismos miedos o salvarnos con una mirada, pues nos vemos en tus ojos...